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Redes, alianzas y afinidades

la construcción de una República femenina de las letras

Ya que dentro de sus comunidades nacionales las escritoras fueron excluidas, en razón de su género, de la mayoría de las instancias consagradas a la vida y la acción pública, resulta quizás apenas evidente por qué la arena transnacional tuvo tanta relevancia en sus proyectos. La nación imaginada como comunidad que se funda y sostiene en la idea de fraternidad, en un compañerismo aparentemente profundo y horizontal (Anderson 24), se revelaba ante ellas como una institución esencialmente androcéntrica. Las posibilidades que tenían de imaginarse e inscribirse –como sujetos y como parte de un cuerpo colectivo– dentro de las escenas nacionales se veían determinadas por los pactos, prácticas y prescripciones de un sistema patriarcal. Un sistema que no les ofrecía mucho más que un modelo de existencia oficial limitado y represivo.

Ante un panorama semejante, el concepto de red permite cuestionar la estructura espacial cerrada y aparentemente monolítica sobre la que se cimentaron las naciones y se fundaron comunidades como la de la “República de las Letras”. Frente a éstas, encerradas en las relaciones dicotómicas que emergen de los sistemas centro/periferia, el modelo asociacionista femenino se construye de manera desterritorializada a través de unas redes fluidas, desestructuradas y de alta complejidad. Estas redes privilegiaron la pluricentralidad de nodos y tejieron un modelo en donde se hizo posible aspirar a abolir dicotomías, certidumbres y jerarquías (Peluffo 2015, 212). 

 

​La inscripción en un nuevo canon y la reescritura de la historia de las mujeres fueron, como lo señala Pura Fernández (2011, 163), dos de los pilares de este proceso. En correspondencia, las intelectuales crearon un corpus textual que Mary Louise Pratt ha denominado “el ensayo de género” (Pratt 2000, 75). Aunque las discusiones sobre el deber ser de la mujer fueron abordadas por ellas mismas desde perspectivas eclécticas, estos textos constituyen una literatura contestataria que se propuso “‘interrumpir el monólogo masculino’... o al menos confrontar la pretensión masculina de monopolizar la cultura, la historia y la autoridad intelectual” (Pratt 2000, 76). En un campo sociocultural en el que se pretendió reducir a las mujeres al “ser-en-sí”, “no teniendo acceso a la autoconciencia, al ser-para-sí, a la autorrepresentación, es decir, a la posibilidad de ser sujeto,  de  tener  capacidad  de nombrar  y significar  el  mundo” (Mayobre 3), estas encontraron en la escritura un espacio para pensar sobre sí mismas, para autorepresentarse y reflexionar sobre su papel, su lugar, su destino. 

 

​Frente a los imaginarios de “madre de la patria” y “ángel del hogar” a través de los cuales los letrados insistían en reducir la presencia y acción de las mujeres de la época, las escritoras se plantearon la posibilidad de ampliar el modelo femenino tradicional. Además de criar y educar a los futuros ciudadanos de sus naciones, buscaron ser ciudadanas ellas mismas. La sororidad entre escritoras surgió de “la puesta en escena de una simpatía o solidaridad homosocial que cruz[ó] fronteras nacionales para acercar entre sí a los sujetos rechazados por sus respectivas comunidades nacionales” (Peluffo 2019, 481). Su redes, por tanto, pueden estudiarse a partir de un sentimiento compartido entre todas aquellas que sufrieron la exclusión nacional y quisieron luchar por su inclusión y reconocimiento.

 

Por supuesto, algunas autoras decimonónicas –dentro de unos límites claros– participaron de forma mucho más visible y directa en materia política que otras, pero esto no quiere decir que aquellas que tuvieron una posición de enunciación más discreta fuesen menos enérgicas frente a las causas que les movían. No confrontar ni desafiar directamente el statu quo fue, con frecuencia, una estrategia común para autorizar su voz, ingresar al debate público y, con ello, poder incorporarse, en calidad de agentes, al campo de la producción simbólica y cultural. 

 

​Los textos escogidos para este ejercicio cartográfico corresponden, en su mayoría, a una de las dos modalidades del “ensayo de género” que propone Pratt: el comentario analítico sobre la condición espiritual y social de las mujeres y la enumeración histórica de perfiles ejemplares. Esta es una invitación, por tanto, a que sus obras sean leídas pensando en su contexto de escritura: inscritas en las complejas redes de producción y circulación en las que surgieron. 

El mapa que podrá navegar a continuación traza una ruta de viaje en la que se sitúan algunas de las discusiones más importantes que, en materia de educación, dieron estas escritoras hispanas entre 1840 y 1895. Argentina, Chile, Colombia, Cuba, España, Perú y Francia son algunos de los escenarios en los que estas autoras discuten acerca del estatuto de las mujeres en la sociedad y se gestan estas propuestas. 

​Desde la prensa, las veladas literarias, los manuales, los congresos y las conferencias, las escritoras no sólo impugnaron la negación de los derechos ciudadanos a las mujeres y negociaron su posición social, sino que también crearon espacios de apoyo, de circulación de afectos y de sustento intelectual. Sus lazos no se gestaron en espacios físicos ni delimitados por fronteras, sino que se vieron nutridos por las lecturas, colaboraciones, dedicatorias, cartas e interpelaciones que el espacio virtual e intertextual, tan característico del siglo XIX, les permitió regalarse. 

 

​Con este ejercicio, por supuesto, no se pretende negar ni suprimir las diferencias que, sobre este y tantos otros asuntos, también caracterizaron los debates y proyectos de las escritoras. Por el contrario, se busca mapear poco a poco sus discusiones y facilitar herramientas que les permitan a las comunidades lectoras de hoy dimensionar esta red femenina trasnacional que les permitió desarrollar estrategias de actuación, autorización, identificación y autodeterminación. 

 

​En cada entrada de nuestro mapa, organizadas de manera cronológica, ofrecemos la presentación del texto sobre educación seleccionado, acceso al texto mismo –en la mayoría de los casos en su fuente original– y un hipervínculo para conocer más acerca de las autoras y de su obra. La vista general del mapa le permitirá identificar centros y escenarios de producción intelectual y, a lo largo del recorrido, acercarse o alejarse de los puntos de localización según sea de su interés.  

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